Hay 60 muertos entre médicos, enfermeros, camilleros, administrativos, instrumentistas. Los contagiados ya son más de 17.000. Alertan sobre la atención del sistema si las cifran siguen en aumento.
“Luego de batallar veinte días perdimos a Mónica Albornoz, enfermera, querida y respetada por todos y todas en el hospital provincial de Tigre. Llevamos 48 integrantes del equipo de salud que dejan la vida luchando contra el coronavirus”. El tuit de ayer del viceministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, testimonia sólo una de las pérdidas entre los equipos de salud. Ya son más de 17.000 los contagiados por coronavirus en el sector salud en el país, y una cantidad similar de personas en aislamiento, detalla Rodolfo Arrechea, coordinador de Salud de ATE. Otro número alarma y acongoja: Ya son 60 las y los trabajadores de la salud muertos en este sector a causa del virus . Fue dado a conocer por la Federación Sindical de Profesionales de la Salud, y confirmado por ATE. “En los contagios, el 67% son mujeres. Y entre las muertes, el 63% son varones”, especifica el informe, advirtiendo que el número crece exponencialmente, poniendo en peligro la atención en el sistema. Sin personal de salud, no atención en salud.
“Ya se nos mueren dos personas por día”, puntualiza Arrechea, que trabaja como administrativo en el Hospital Rivadavia. Habla de médicos, enfermeros, camilleros, personal de limpieza, choferes, administrativos, kinesiólogos, instrumentistas. Arrechea expresa su preocupación con datos: “CABA está en zona roja: hay 6.700 trabajadores de salud contagiados”.
“Perdimos casi 30 enfermeros en todo el país”, agrega Héctor Ortiz, licenciado en Enfermería y trabajador del Hospital Durand y de Casa Cuna. “En el Durand es el segundo, esta semana”, dice. Y evita nombrar a la muerte cuando habla de Grover Licona, enfermero que llegó a tener tres trabajos y tenía menos de 50 años. “De madre peruana, por eso el nombre”, señala Ortiz, quien también es delegado de ATE en el Durand. “Le vamos a hacer un homenaje mañana martes al mediodía, un abrazo simbólico, como hicimos por Gutiérrez” cuenta. Julio Gutiérrez era enfermero en pediatría y murió el mes pasado.
A un nombre y otro, se le superponen otros: Noemí Gómez de 32 años, no tenía enfermedades previas, pero era enfermera del Hospital Sanguinetti, en Pilar. Cristina Lorenzo también era enfermera, tenía 62 años y fue despedida con aplausos por sus compañeros del Hospital de San Isidro, donde hace unos días también murió el pediatra Jorge Quispe, que había nacido en Oruro, Bolivia. La lista crece: Luis Bordón, neumonólogo del Hospital Perrando, en Chaco. Sergio Rey, jefe de Enfermeros del Hospital Evita, en Lanús. Martín Arjona, enfermero del Posadas.
El sistema de salud se deteriora y la situación se agrava. “Ya tenemos otra compañera internada, enfermera, de 61 años, y su pronóstico es grave, se contagian cada vez más”, sostiene Ortiz. Hoy son 280 infectados en el Durand y a eso se le suman las licencias por preexistencias y los que tuvieron aislamiento por contacto. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, el 6,7% de la población infectada es personal de salud. La curva progresa según aumentan los casos en los centros de salud.
“Aunque estamos mejor que otros países –subraya Arrechea– porque iniciamos la cuarentena temprano, y en Argentina los pacientes se pueden derivar a otros hospitales. Esa es nuestra fortaleza”. Sin embargo, hay que tener en cuenta el límite del sistema hospitalario, señala. “Porque puede haber camas, pero si el personal está agotado, serán camas virtuales”, ironiza.
Silvio Cufré fue el primer enfermero que murió por contagiarse en el ejercicio de la profesión. Era de provincia de Buenos Aires. Antes habían muerto dos médicos: Liliana Ríos, una pediatra de La Rioja que contrajo dengue y coronavirus al mismo tiempo, y Francisco “Paco” Marin, del Chaco.
En el Hospital Rivadavia, a la muerte de José Aguirre, también enfermero, se sumó la de Liliana Stagna, médica neonatologa que murió esta semana. Su caso alertó sobre un síntoma recurrente: la descompensación que precipita en la muerte, en muy pocos días y contra todo pronóstico, cuentan los profesionales. Y confirman una percepción detectada en los hospitales: el virus se comporta con mayor capacidad de daño en el personal expuesto.
“En personal de salud y policía, casi siempre hay neumonías, se prolonga mucho el cuadro, por tres o cuatro semanas, y deja secuelas. En un espacio laboral, ese tiempo de recuparación impacta mucho”, explica Valeria Ureña, médica emergentóloga que se contagió covid, y aun sigue sin olfato, con taquicardia, dolores de estómago, de cabeza y fiebre, a pesar de tener el alta epidemiológica.
Fuente Página12