Desde Roma
La pandemia ha aumentado notablemente el hambre en el mundo, mucho más que en las décadas precedentes, especialmente en los niños que están pagando el precio más alto. De acuerdo al reciente Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2021 realizado por varios organismos de Naciones Unidas – UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia), FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola), OMS (Organización Mundial de la Salud) y PAM (Programa Mundial de Alimentos) -, en 2020 unos 811 millones de personas, la décima parte de la población mundial, padecieron subalimentación. Las mujeres sufrieron en este período una tasa de inseguridad alimentaria del 10% más alta que los hombres, frente al 6% de 2019.
Son Asia y África las regiones más afectadas pero también América Latina. En Asia las personas desnutridas en 2020 fueron 418 millones (57 millones más que en 2019), 282 millones en África (46 millones más que en 2019) y casi 60 millones en América Latina (14 millones más que en 2019), especialmente en países como Haití, Guatemala, Honduras, El Salvador y Venezuela. Pero también se verificó un aumento de casos de subalimentación en varios países de Europa, entre ellos Italia.
Los niños pagan el precio más alto
La covid está amenazando los progresos que se habían logrado en relación a los niños a nivel de pobreza, salud, educación, nutrición, protección y bienestar mental. “A dos años de la pandemia, el impacto continúa a agravarse, aumentando la pobreza, radicalizando las desigualdades y amenazando los derechos de los niños en un modo jamás visto”, dijo el estudio de Unicef que calificó a esta situación como la peor que se haya verificado en los 75 años de existencia de Unicef. Se trata en particular de unos 60 millones de niños que se encuentran en familias con un nivel económico inferior respecto a antes de la pandemia.
Pero los datos alarmantes no terminan aquí. Otro elemento que agrava la situación de los niños es que se ha aumentado el trabajo de menores en un 8,4% llegando a 160 millones de niños en los últimos 4 años. Y, hasta fines de 2022, otros 9 millones arriesgan ser obligados al trabajar a causa de la pobreza aumentada por la pandemia, dice Unicef.
Sobre la situación de pobreza que viven los niños del mundo influyen también otros dos factores que preocupan notablemente a los organismos de Naciones Unidas: las guerras y conflictos y el cambio climático. A nivel global, 426 millones de niños – casi uno de cada cinco – viven en zonas en las que los conflictos son cada vez más graves y recaen pesantemente sobre los civiles, buena parte en África pero no sólo allí. Por otra parte, casi mil millones de niños – casi la mitad de la población infantil del mundo – sufren los efectos del cambio climático que aumenta el hambre en general al difundir la desertificación y otros efectos que arruinan la agricultura y la sobrevivencia. Y muchas familias deciden cambiar de residencia o de país a causa de esto, generando también inseguridad en todos sus miembros.
“En una época de pandemia global, de conflictos crecientes y ante el empeoramiento del cambio climático, hoy más que nunca es fundamental buscar soluciones concentradas en los niños. Mientras trabajamos con gobiernos, donadores y otras organizaciones para diseñar un programa para los próximos 75 años, debemos tener presente a los niños en primer lugar para las inversiones y al último para los recortes que se hagan”, dijo la directora de Unicef Internacional Henrietta Fore.
En Italia
Al parecer en América del Norte y Europa, las dos regiones con las más bajas tasas de inseguridad alimentaria en general, la pandemia aumentó también el número de casos de subalimentados. Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, sobre 330 millones de habitantes, unos 37,2 millones estaban en situación de pobreza en 2020, lo que significó un aumento de 3,3 millones respecto al año anterior.
En Italia, los últimos datos del instituto de estadísticas ISTAT revelaron que sobre casi 60 millones de habitantes, más de 5,6 millones de personas viven en condiciones de “pobreza absoluta”, es decir no están en condiciones de conseguir necesario para su sobrevivencia como alimentos y bienes y servicios (ropa, medicinas, libros para la escuela, etc). De estos 5,6 millones, 1.127.000 son jóvenes de 18 a 34 años. Miles de niños y adolescentes que pertenecen a estas familias en dificultad, tienen al menos la suerte de poder gozar de un almuerzo en las escuela a las que asisten.
El aumento de los pobres en Italia fue denunciado por organizaciones de solidaridad internacional como la muy respetada organización católica Comunidad de San Egidio. Según el presidente de San Egidio, Marco Impagliazzo, “Los nuevos pobres de covid son familias con niños y dinero insuficiente como para satisfacer las necesidades elementales. Se trata de unos dos millones de familias, de las cuales 1,3 millones de personas son niños menores de edad”, dijo Impagliazzo agregando que muchos de estas familias han perdido el trabajo o han pasado de una situación de trabajo precario a condiciones super precarias, a lo que se agrega el aumento de los precios de los alimentos.
En América Latina
Unos 59,7 millones de latinoamericanos y caribeños sufrieron hambre en 2020, 13,8 millones más que el año precedente, según el informe de las agencias de Naciones Unidas sobre la seguridad alimentaria. El estudio también precisó que un 41% de la población en general se encuentra en inseguridad alimentaria mientras aumenta el sobrepeso y la obesidad de forma alarmante. Buena parte de este aumento tiene que ver con el impacto de la pandemia de COVID-19, que redujo los ingresos de millones de personas en la región. Sin embargo, ésta no es la única razón, ya que las cifras de hambre en la región llevan seis años consecutivos de crecimiento.
Los datos muestran que entre 2019 y 2020, en América Central 19 millones de personas sufrieron hambre. En el Caribe lo padecieron siete millones de personas, y en América del Sur 33,7 millones de personas. Pero Sudamérica fue la región donde más creció la inseguridad alimentaria: un 20,5% entre 2014 y 2020. Las mujeres latinoamericanas por otra parte, como en el resto del mundo, en 2020 sufrieron más que los hombres la inseguridad alimentaria moderada o grave: el 41,8% fueron mujeres, el 32,2 hombres.
Según las agencias de las Naciones Unidas, que hicieron varias propuestas a los gobiernos, es necesario que cada país tome medidas inmediatas para detener el aumento del hambre, de la inseguridad alimentaria y de la malnutrición en todas sus formas. Y para esto los gobiernos deben actuar rápidamente transformando sus sistemas agroalimentarios, haciéndolos más eficientes, inclusivos y sostenibles, y así poder proporcionar dietas saludables para todos.
Fuente: Página 12